7º Festival URBANBAT http://7festival.urbanbat.org Microsite del festival en su edición de 2018 Mon, 30 Mar 2020 09:13:07 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.12 Salto al vacío con museo al fondo http://7festival.urbanbat.org/2019/04/29/salto-al-vacio-con-museo-al-fondo/ Mon, 29 Apr 2019 09:45:22 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20295 Salto al vacío con museo al fondo En mayo de 1998, tan solo siete meses después de su inauguración, tuvo lugar el primer gran evento junto al museo Guggenheim Bilbao ... ]]>

En mayo de 1998, tan solo siete meses después de su inauguración, tuvo lugar el primer gran evento junto al museo Guggenheim Bilbao. Los Smashing pumpkins presentaron su disco Adore ante 4.000 personas en un modesto escenario encajonado junto al estanque, donde hoy se alza la araña de Louise Bourgeois. El otro costado del museo, cercado aún por contenedores de mercancías y coches aparcados, no permitía entonces grandes aglomeraciones. La localización obligó a colocar lonas en el puente de la Salve para evitar que el concierto se siguiera gratis desde allí. Algunos meses después, sin embargo, el puente mismo se convirtió en parte del fugaz escenario de un segundo evento; un evento con un público literalmente global y que obtuvo una recaudación de 362 millones de dólares: la visita de James Bond a los alrededores del Guggenheim. En la escena que abre la película El mundo nunca es suficiente, el agente 007 se encuentra en Bilbao para recuperar el dinero de un empresario británico de manos de un banquero suizo. En apenas tres minutos, James Bond se las arregla para flirtear con la asistente del banquero, presenciar su asesinato y saltar por la ventana del despacho con un maletín cargado de billetes para aterrizar sin despeinarse delante de Puppy. Finalmente, se aleja del museo con paso distraído y elegante por el puente de la Salve.

Es este segundo evento –virtual–, más que el primero, el que esclarece la escala y el sentido de la función desempeñada por el museo Guggenheim como eficaz atractor de eventos en el Bilbao regenerado. Un salto al vacío atravesado de deseo y colmado de glamour cosmopolita, que se ejecuta ante una audiencia global y que a la postre resulta muy lucrativo para alguien: esta es la forma-evento que concita el Guggenheim desde sus mismos inicios. Erraría de pleno quien buscara una cierta educación del público o un fortalecimiento del tejido cultural entre las ambiciones de los Patronos fundadores. Al contrario, el propio proyecto del museo ha sido presentado una y otra vez bajo la especie de una forma-evento capaz de multiplicarse a sí misma. El mito fundacional habla de una ciudad gris, decadente, asediada por el terrorismo y la crisis industrial y conducida al límite mismo de su supervivencia por las riadas de 1983. De entre el caos de esas aguas primordiales emerge el Guggenheim como apuesta visionaria de las instituciones, como un incomprensible salto al vacío, glamuroso, cosmopolita, sexy. Si este salto mítico, además de arriesgado, ha acabado mostrándose también tremendamente lucrativo, se debe a la capacidad del Guggenheim para contagiar a su alrededor la forma-evento bajo la que emergió y que organizó su estructura y su funcionamiento (colección incluida). Después de todo, cuando se crea y se cree un mito, uno queda cautivo de su proliferación ritual. Recuérdese, si no, el entusiasmo que ha suscitado en sus tres ediciones bilbaínas la competición de salto de la marca Red Bull. En otros lugares, los cuerpos semi-desnudos de estos clavadistas internacionales dibujan en el aire prodigiosas proezas deportivas. Aquí, sus fugaces contorsiones entre el puente de la Salve y la ría, con el Guggenheim al fondo, nos devuelven al tiempo detenido de nuestro propio salto al vacío fundacional. El capitalismo –escribía Benjamin– reactiva las fuerzas míticas en el interior de un sueño colectivo. Pero todo sueño debe ser soñado por alguien.

En la escena inicial de El mundo nunca es suficiente, al aterrizar con elegancia frente a Puppy, James Bond se encuentra con un pequeño grupo de paralizados peatones que lo miran atónitos. Él les devuelve brevemente la mirada antes de seguir su camino como si tal cosa. Esa pequeña audiencia del salto al vacío, compuesta por extras, era sólo una mínima fracción del público de curiosos bilbaínos que estaba presenciando el rodaje en Bilbao. Y, al mismo tiempo, este constituyó un porcentaje insignificante de los espectadores que vieron el salto al vacío en pantallas de todo el planeta. “Mirar es contagioso”, escribe Cristina Angulo en la crónica de El País que cubrió la tumultuosa estancia de Pierce Brosnan en Bilbao en febrero de 1999. En efecto, todo evento requiere su público y una proliferación de la forma-evento sólo se sostiene sobre un contagio de la mirada. Aquí descansa en última instancia la misteriosa eficacia del Guggenheim a la hora de eventualizar cuanto toca: su colección, sus alrededores… con el tiempo, la ciudad toda. Funciona, desde sus mismos comienzos, como un polo de atracción de la mirada. Se objetará que no hay nada nuevo en esto y que las fachadas del Rijksmuseum o el Metropolitan quieren ser también majestuosas trampas para la mirada del transeúnte. Pero tratar con la mirada significa algo bien concreto bajo el régimen del capitalismo seductivo en que vivimos, y el Guggenheim ha demostrado saberlo entender como pocos. Atraer y gestionar la mirada es hoy acumular la energía libidinal del espectador-consumidor para poder descargarla después espectacularmente a través de eventos monetizables. Las ciudades están tan embarcadas en esta economía de la mirada como los proveedores de contenidos multimedia, las marcas de gran consumo o las redes sociales online: este es el mapa en que nos colocamos en 1997.

Año tras año, el capital de seducción del Guggenheim (es decir, su capacidad de atraer la mirada) se ha ido incrementando a través de un plan de inversiones de dinero público cuidadosamente planificadas. Al principio fue Puppy, quien debía sustituir la inexistente fachada del museo hacia el interior de la ciudad como escenario para las fotografías de los turistas. Vinieron después la araña de Bourgeois (2001), los arcos rojos de Buren (2007), las esferas de Kapoor (2011)… desde antes de que existiera Instagram, el Guggenheim ya sabía que debía ser “instagramable”. Es justamente esa inteligencia en la atracción y acumulación de la fuerza libidinal de los espectadores que lo rodean la que permite gestionar periódicamente su liberación controlada y lucrativa en forma de clímax colectivos. Este ciclo incremental de atracción de la mirada y proliferación de eventos aumenta año tras año las cifras de turistas que llegan a Bilbao y parece alimentarse a sí mismo con creciente celeridad. La meta de este salto al vacío siempre renovado nos la muestra quizá el Bilbao que aparece en Jupiter Ascending, la cinta de ciencia ficción rodada por las hermanas Wachowski en 2014: un Bilbao tomado por las caprichosas formas de Gehry, Buren y Kapoor. Un perfecto escenario de eventos futuristas por el que no camina nadie.

Jaime Cuenta.

Jaime Cuenca es filósofo y crítico de arte. Trabaja en el cruce entre la teoría del arte, la filosofía política y la historia de las prácticas cotidianas, y su más reciente línea de trabajo se ocupa del papel de las tecnologías de la mirada en la conformación política de la experiencia.

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Cultura y espectáculo http://7festival.urbanbat.org/2019/04/22/cultura-y-espectaculo/ Mon, 22 Apr 2019 08:24:51 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20286 Cultura y espectáculo Cuando surge la pregunta sobre el impacto que producen los grandes eventos culturales en la ciudadanía de Bilbao se hace necesaria una reflexión ... ]]>

Cuando surge la pregunta sobre el impacto que producen los grandes eventos culturales en la ciudadanía de Bilbao se hace necesaria una reflexión previa sobre de qué cultura estamos hablando.

Porque si se trata de difundir la cultura universal, la que no tiene fronteras ni fecha de caducidad, la que, con el tiempo, ha ido agrupando las principales artes como la música, las artes escénicas, el cine y la literatura, no puede haber ninguna duda de que merece un fuerte respaldo y más fuerte aún sin son las instituciones públicas las que toman la iniciativa.

También la cultura popular de nuestro pueblo, del país donde vivimos, la que se expresa a través de las tradiciones y refleja sentimientos, historias, lenguajes y costumbres convertidas en narraciones orales, en música, danza y poesía, merece un impulso permanente más allá de los escenarios locales y los aniversarios patronales.

La CULTURA con mayúsculas, engrandece cualquier ciudad y hace mejores a sus gentes. Esta cultura no siempre se desarrolla en los espacios públicos de nuestra ciudad y, sin embargo, son los lugares que han formado parte de su historia reciente

Los problemas surgen cuando lo que se ofrece en la ciudad son eventos masificados con una dosis desproporcionada de mercantilismo y superficialidad. Son eventos de una supuesta “nueva cultura” financiados con capital público que esconden ofertas de ocio cuyo objetivo principal es atraer un turismo de consumo barato y rápido con recaudaciones económicas para sectores privados muy limitados.

Debemos dejar claro que este tipo de turismo no debe marcar el futuro de nuestra ciudad porque sus gentes apenas salen ganando, pero si soportan las consecuencias negativas de la masificación. No podemos convertir nuestra ciudad en una sala de sesión continua de espectáculos. La cultura masificada no debe dominar las ciudades.

Lo que debiera hacerse es extender actividades verdaderamente culturales por el conjunto de los barrios que integran nuestra ciudad y no sólo en el Bilbao escaparate. Favorecer el desarrollo de actividades culturales en todos los barrios de Bilbao significa acercar la cultura universal –la música, las artes escénicas, la literatura- y la cultura popular -el folklore, las canciones y poesías locales- a la ciudadanía incorporando procedimientos de participación.

Los responsables institucionales de turismo tienen que invertir en crear espacio público, no en marketing. La promoción turística está creando una versión barata de la ciudad, es decir, un lugar para consumir y para hacer fotos sin importar que la gente se vaya después a otro sitio. Los espacios públicos en cada barrio donde volcar las actividades culturales deben ser acogedores, sociables y seguros. Deben permitir el contacto intergeneracional y la diversidad cultural como clave del desarrollo conjunto de los barrios. Se debe garantizar que las calles, plazas y espacios públicos de Bilbao fomenten el encuentro, la convivencia y el ocio festivo y cultural respetuoso con su entorno residencial o artístico. Debe impedirse que estos espacios se con- viertan en la práctica, de forma abusiva y permanente, en terrazas o calles de juerga y en la extensión festiva que degradan los barrios y se burlan del derecho prioritario de los residentes a la inviolabilidad de sus viviendas.

Esos ingredientes están desde hace tiempo sobre la mesa de las instituciones en forma de propuestas tanto de gestores de actividades culturales (*) como desde las Asociaciones y colectivos sociales más representativos. Es perfectamente compatible una programación gestionada desde las instituciones públicas y los agentes antes citados, conociendo cuáles son las demandas de la ciudadanía y qué respuestas darían a un programa continuado de actos.

Un espacio cultural público debe ser considerado un punto de encuentro ciudadano en el que los vecinos y vecinas participan, bien desarrollando sus propios proyectos, bien exponiendo sus intereses, apetencias y necesidades y compartiendo su colaboración con los responsables institucionales.

El elemento fundamental sería garantizar la participación en la preparación de los actos culturales, de los agentes sociales y culturales mas representativos, previamente a la realización de los eventos.

Francisco Javier Muñoz.

Nací en Bilbao hace 75 años. A partir de los catorce años compartí los estudios con el trabajo como aprendiz en una central lechera que había en el barrio y, más tarde, en los Laboratorios de Olabeaga, también cerca de Basurto. Algunos años más tarde entré en la empresa EDESA. Fue en el trabajo donde conocí a mis primeros compañeros de fatigas y con ellos aprendí a luchar por la libertad y los derechos laborales que la dictadura franquista secuestró. Conseguimos las libertades sindicales y, gracias a ellas, el comienzo de un periodo intenso e inolvidable del que conservo el orgullo y el recuerdo de haber contribuido como tantos otros, desde 1977 hasta bien entrados los ochenta, a levantar desde sus cimientos el Sindicato de CCOO como Secretario de Organización en Bizkaia y más tarde, en el País Vasco. En 2007, junto a compañeras y compañeros de otros colectivos de diferentes barrios, recuperamos la Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbao, de la que sigo formando parte y presidí hasta 2018.

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Tiempo de valientes http://7festival.urbanbat.org/2019/04/10/tiempo-de-valientes/ Wed, 10 Apr 2019 16:06:48 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20275 Tiempo de valientes En BilbaoCentro, seguramente debido a la situación actual del comercio y las amenazas a las que se enfrenta, predicamos con el ejemplo... ]]>

En BilbaoCentro, seguramente debido a la situación actual del comercio y las amenazas a las que se enfrenta, predicamos con el ejemplo la máxima de arriesgar en el día a día, de ser motores de cambios y de revelarnos a ser engullidos por las inercias que nos presentan un panorama social y comercial que no es del gusto de nadie.

Son tiempos de valientes y en el mundo del comercio sabemos que el camino actual nos lleva hacia una muerte dulce, al menos en referencia a la presencia masiva de comercios en nuestras calles y a la calidad de los mismos. Parece mejor no hablar de la importancia social del sector, que hace de la situación de reconversión actual un acicate para la acción. Son varios los frentes que abordar, entre ellos la promoción del comercio y la hostelería de la villa. Este eje es trasversal a otras estrategias de ciudad que tan buenos resultados están dando en la creación de atributos ligados a la marca de la ciudad. Al igual que en  el comercio, todos giramos sobre el mismo término, la calidad. Es lógico pensar que la realización de eventos de diferente tipología y tamaño forma parte de una estrategia acordada por quienes lideran la promoción de Bilbao y del resto del territorio, las instituciones vascas.

El retorno que logra un calendario de eventos de diferente carácter tiene una evaluación compuesta por múltiples variables que, en función del peso que se le otorgue a cada una de ellas, logran demostrar su rentabilidad o no. La promoción de la marca a nivel internacional, la repercusión económica directa, el futurible retorno en clave de visitas, eventos o negocios o, incluso, dotar a la marca Bilbao o Bizkaia de un componente social componen parte de las variables que se tiene en cuenta a la hora de valorar la rentabilidad económica de los eventos. En cualquier caso, y dando por establecido un sistema cuya valoración tiene una base objetiva pero muchos componentes sin duda subjetivos, considero importante pasar de la oratoria a la práctica en determinadas políticas que se desarrollan en el capítulo de los eventos, todas aquellas relacionadas con el carácter de las iniciativas que se ponen en marcha. No hablo de discriminación positiva en un mundo que impone la globalización, creo que el tipo de evento y su carácter, el origen del promotor y de las empresas que le dan soporte al mismo, el seguro desarrollo económico que supondría a futuro la especialización de Euskadi como país que exporta eventos y la promoción real de la creatividad e innovación como valor a cuidar tienen que ir ligadas y ser base de la estrategia de país.

Hablamos de desarrollos coherentes con nuestra historia y con esas señas de identidad que venimos trabajando, alejándonos quizás de eventos que poco tienen que ver con nuestros gustos, dando la sensación de abandonar la estrategia buscando no bajar la tensión de un calendario plagado de grandes tracas. En cualquier caso, es tiempo de valientes y podemos asumir que a veces la pólvora esté mojada. Además, la repercusión en el posicionamiento de la marca es incuestionable a nivel internacional y la sociedad está orgullosa de ello.

Convenimos que son dos los capítulos sobre los que plantear ajustes de estrategia. Por una parte, la necesidad de volver la vista a los eventos de formato medio o incluso pequeño para su empoderamiento pero, especialmente, si tienen relación con nuestro carácter o suponen una plusvalía en favor de nuestros sectores económicos. Por otra parte, la rentabilidad económica directa sobre nuestro tejido económico de los eventos que se traen a nuestro territorio. En una sociedad en formación continua en lo referente al desarrollo de su perfil turístico e incluso en la creación y empaquetado de sus productos exportables, es el comercio la cenicienta de las actividades económicas en lo referente a su exposición turística, donde incluimos los eventos.

A este respecto, y como modelo planteado desde BilbaoCentro, concebimos la moda como un desarrollo pendiente de apoyo real a través de los agentes que ya existen y bajo el liderazgo estratégico de las instituciones. En este caso se da una encrucijada, la de apoyar la promoción del sector de la moda, santo y seña del comercio de BilbaoCentro y con agentes que lo trabajamos la promoción desde hace años, u optar por la compra de un evento de primer nivel internacional. En el capítulo de la repercusión directa de los eventos, estamos en la primera estación para la presentación y venta de comercios especiales, no de un tejido comercial de alta calidad.

Lo cierto es que seguimos acomplejados con respecto a nuestros comercios y aquellos venidos de otras tierras pero de gran calidad, pensando que los compradores solo vienen de las grandes mecas del Shopping mundial. Bilbao tiene un gran comercio que no enseñamos y estas situaciones ya pasan factura en dos aspectos. El comercio de alta gama, aquel que nos hace mejor que otras ciudades de nuestro entorno no recibe el apoyo y promoción ante los visitantes, no permitiendo el cierre de nuevas ventas. ¿Alguien pone en dudas que las boutiques de Bilbao que venden grande marcas internacionales no son atractivas para los consumidores españoles o internacionales? Es un formato único y de la máxima calidad, vamos a buscar valientes dispuestos a equivocarse, o acertar. Si vendemos destino cultural y gastronómico, creo que todos vemos un destino cojo, al no contar con el Shopping en este mix de ciudad. La palabra ocio, se conforma a través de múltiples actividades abrazadas. Por otra parte, nos enfrentamos a la necesidad de desandar un camino que nos empobrece, con mensajes a favor de una oferta comercial pobre en calidad pero que ocupa nuestro centro del centro. La manera de vestir y consumir a perdido enteros en una sociedad destacada por su gusto por la moda. BilbaoCentro ha asomado con actividades de promoción de las boutiques y grandes tiendas de Bilbao y con la puesta en escena de prototipos bilbaínos de l elegancia para mostrar el camino pero nos queda tiempo aún de predicamentos, quizás falten valientes. El modelo es Milán, lógicamente hay que pensar en los mejores, una ciudad que lleva en su ADN la elegancia y sus ciudadanos son los embajadores de lo que queremos para Bilbao. Eventos de moda unidos en red y coordinados, y apoyados en condiciones, claro.

Por último, apuntar que son relativos los ajustes que llevar a cabo pero quizás el más importante es creer que el comercio de Bilbao es de justicia visibilizarlo ante el turista, incorporarlo en nuestro porfolio y apoyarse en los que trabajamos en el sector, con experiencia probada y capacidad de generar equipo para multiplicar, y no sumar.


Jorge Ayo.

De formación y vocación, periodista. Actualmente Gerente de la Agrupación Empresarial de comerciantes, hosteleros y empresarios Bilbao Centro.

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Una ciudad muchos mundos http://7festival.urbanbat.org/2019/04/01/una-ciudad-muchos-mundos/ Mon, 01 Apr 2019 14:54:50 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20263 Una ciudad muchos mundos Cuando era pequeño y bajaba los domingos a la Plaza Nueva a cambiar cromos, pensaba: «Cuando sea mayor quiero vivir aquí, en el centro de todo»...]]>

Cuando era pequeño y bajaba los domingos a la Plaza Nueva a cambiar cromos, pensaba: «Cuando sea mayor quiero vivir aquí, en el centro de todo». También me acuerdo de ir a calzados La Palma. Te atendía un montón de gente vestida con bata blanca y te daban un globo que se sujetaba flotando con un alambre. Hace poco, tras años de agonía, tuvieron que cerrar, con parte de aquellas mismas trabajadoras manifestándose en la puerta… Resulta facilón pensar que no supieron adaptar a los tiempos su modelo de negocio. He oído decir que ahora ahí igual ponen un show room de IKEA… No se cuanto de cierto hay en ese rumor. Comercios locales sustituidos por sucursales bancarias o cadenas comerciales, el sector textil sustituido por el de telefonía, sustituido por el de objetos de regalo y souvenirs. Y todo ello sustituido en gran medida por bares, restaurantes, hoteles y pisos turísticos. Y sobre todo terrazas. ¡Muchas terrazas! ¿Cuántas terrazas puede soportar un barrio?… A veces me sorprendo a mi mismo como Mr. Snoid, dando patadas a sillas de terrazas que obstaculizan mi discurrir cotidiano. Hace poco, un amigo ha abierto un bar en la Plaza Nueva y también me he sorprendido a mi mismo deseando que le diesen licencia para poner su cacho correspondiente de terraza, porque si no el bar no le iba a funcionar. Y luego además, está esa gente que te pregunta: «¿Qué pasa, no te gustan las terrazas? ¿Tu nunca te sientas en ellas?» La pregunta trampa, aquella que lo lleva todo al plano individual, al “la culpa es de todas”, impidiendo, no solo diferenciar los distintos planos de competencia y responsabilidad existentes, sino intentando desactivar las posibilidades de análisis y proposición colectiva de alternativas.

Fui creciendo y pasé muchas horas en las calles del Casco Viejo. Aún echo de menos el Gaueko. Y el Gaztetxe en Banco de España. Lloré de impotencia cuando lo desalojaron. Aquellas manifestaciones multitudinarias y corear lo de «¡No estamos todas, falta el esqueleto!». Muy parecido a lo que sentimos cuando desalojaron y derribaron Kukutza veinte años después. En Banco de España, de la mano de la bbk, pusieron el Aula de la Experiencia de la EHU. El hueco que dejó Kukutza todavía hoy sigue vacío. Hace unos años, alguien, una noche, hizo una pequeña gran acción simbólico-reivindicativa y sobre las vallas que circundan el solar, rotuló en gran tamaño el logo del Azkuna Zentroa. Un irónico juego aludiendo al centro cívico-cultural de nueva generación, que comenzó llamándose Alhóndiga, para pasar después a denominarse en honor del que fue mejor alcalde del mundo. Aquel alcalde que en pleno conflicto sobre el desalojo de Kukutza, dijo una de esas frases que, en su aparente simpleza, desvelan todo un sistema de pensamiento y acción política: «El Ayuntamiento tiene que defender la propiedad privada».

También eran tiempos de violencia. La lacra con la que crecimos en mi generación. La violencia como algo normalizado y justificado. Casi todos los fines de semana batallas campales, barricadas ardiendo, cargas policiales… Mucha gente amenazada que estuvo años sin poder entrar al Casco Viejo incluso con escolta. Parece que hemos superado esa etapa, que algo hemos madurado como sociedad. O quizá es que ahora la violencia es de otro tipo, más sorda. La violencia del capitalismo neoliberal. El fascismo blando al que no se le aplica a Ley Antiterrorista sino que se le cede el espacio público para que despliegue sus armas de seducción, a base de entretenimiento, consumismo y endeudamiento. Y en medio de todo eso… las trabajadoras culturales. Autónomas y desarticuladas. Precariado sin conciencia de clase. ¿Por (in)consciencia o por incapacidad? Sea como sea, el eslabón tan útil como fácilmente reemplazable de la cadena. Antes, si tenías un grupo te plegabas a tocar delante de la pancarta de las Gestoras Pro Amnistía (o no tocabas). Ahora, te pliegas a tocar sobre el escenario de Heineken, Vodafone o el patrocinador de turno (o no tocas). Puede que en realidad, nada haya cambiado tanto. Si desobedeces puede ser tu last tour, tu carrera puede verse gravemente afectada.

Por esos años también llego el Guggenheim… El buque insignia del capitalismo experiencial globalizado. ¡Quedaba inaugurado el nuevo Bilbao! El Bilbao que será el de las soluciones urbanas, las obras civiles como la regeneración de la ría o el metro, los servicios avanzados, el conocimiento, las industrias 4.0. Ese Bilbao tan limpio, cómodo e incluso bello, que a todo el mundo le gusta mucho más; y que ante cualquier crítica, te pone en el disparadero y te ataca con otra de esas estúpidas preguntas tipo «¿A ti te gustaba más antes cuando estaba sucio y contaminado?». El Bilbao de la cultura como recurso, como instrumento de atracción y generación de valor simbólico, monetizable a partir de visitas turísticas, pero sobre todo, por la generación de visibilidad y relevancia internacional. La marca BILBAO. El efecto Bilbao, un caso de éxito estudiado en universidades de todo el mundo. Eso que tantas otras ciudades han tratado de imitar poniendo en sus planes y presupuestos un museo de autor y/o un museo franquicia. Un museo… o muchos, como hace ahora Málaga. Es la batalla por la atracción, la competición entre ciudades marca. Una carrera sin frenos y a lo loco, como aquellas Renault World Series con bólidos atravesando a todo trapo el Bilbao de 2005. Una ciudad que ya desde lo público se ponía a completa disposición del evento, desde una concepción de escenario televisable y circuito para el flujo acelerado de acontecimientos. Una ciudad mercantilizada, con instituciones empresarializadas, al servicio del espectáculo industrializado, cuya vida social está completamente mediada y condicionada por un capitalismo, que todas, en mayor o menor medida, tenemos interiorizado y naturalizado. Una ciudad entendida como escaparate publicitario, en la que allá donde mires hay un anuncio: banderolas en las farolas, grandes lonas en fachadas, mupis en estaciones y marquesinas, los propios medios de transporte como soporte…

Hace ya más de 13 años que vivo en el Casco Viejo, al lado de la Plaza Nueva. Sí, ahí, en el centro de todo. Muchas veces me viene a la cabeza una de mis obras de arte favoritas: una gran pancarta de Juan Pérez Agirregoikoa colgada en el centro del atrio del Museo Guggenheim, en la exposición Chacun à son goût (Todo a su gusto), con la que se celebraba el decimoquinto aniversario, no solo del Museo, sino de esta nueva era. La pancarta planteaba un desasosegante interrogante: «¿HABÉIS CEDIDO A VUESTROS DESEOS?». Y sí, en este tiempo he ido viendo como la tendencia de lo eventual y turistizado ha ido ganando terreno, acompañada de los circunstancialmente favorables efectos del cambio climático, que nos han traído una verdadera Euskadi Tropikal. Al principio era algo puntual que despertaba hasta cierta simpatía. Luego empezaron a aparecer por grupos. Y en los últimos 5 años la cosa se ha desbocado. Parece que se han dado las condiciones para “la tormenta perfecta”: la relación catalítica cada vez mejor engrasada entre tour operadoras a la búsqueda de nuevos destinos que esquilmar, instituciones públicas desesperadas por encontrar nuevos modelos productivos, y el sector empresarial del turismo cual monstruo de múltiples cabezas. El Casco Viejo es ya pasto de la visita guiada y la experiencia paquetizada. Aun no ha llegado, pero se vislumbra un posible colapso de la vida cotidiana. Ya resulta complicado ir por algunas calles con el carrito de la compra. La Calle Correo habitada por compradoras, rebaños de turistas y algunas vecinas que corremos el riesgo de convertirnos en meras figurantes. Y estatuas humanas. Me gusta especialmente una que representa a un camarero resbalando estrepitosamente, tratando de al caer mantener equilibrada su bandeja. Un artificio estructural permite al intérprete mantener fijado ese instante del accidental volatín. Si le echas una moneda, alegremente modifica la posición para representar otro frame de la caída (una metáfora perfecta de hacia dónde nos encaminamos). También están los músicos callejeros. Uno ya histórico es Pascual. Él ya cantaba aquí mucho antes de que llegasen los turistas. Llegó incluso antes que la ola de inmigración extranjera. Hay quienes le conocían como “el negro de Bilbao”. Tal es así, que es quien hace de Rey Baltasar en la Cabalgata. Uno de los temas estrella de Pascual es el What a wonderful world de Louis Amstrong. Imaginaos, día a día, año tras año, atrapadas en un mundo maravilloso que deviene en pesadilla. Como Bill Murray en Atrapado en el tiempo, pero sin aparente mejora.

Pero por suerte, además de esta ciudad del encantamiento diferencial, más allá de la luminosa y brillante sombra que se extiende, en este mismo Bilbao existen otras muchas ciudades. Una ciudad muchos mundos, como ese programa artístico que desarrollan las amigas de Intermediae. Ciudades en las que conviven -o cuando menos cohabitan- distintas realidades. Realidades que no están separadas de esa ciudad hegemónica, sino que contribuyen a configurar un conjunto complejo, poliédrico y mutante. Una ciudad de ciudades que es una amalgama unida por puentes, membranas, grietas, intersticios o espacios transicionales, que configura un ecosistema, que pese a quien pese, no es fácil homogeneizar y dominar. Una amalgama unida sobre todo por PERSONAS, que se afectan unas a otras, que se saben interdependientes, que son parte de un sistema social relacional, en el que el mutualismo y lo simbiótico se encuentran en pugna con el extractivismo y el parasitismo. Personas que tratan de mantener el mimo, que intentan valorizar la dimensión de los cuidados, que se esfuerzan por reaprender a compartir y cooperar. Personas que entrelazan sus propias redes, intercambian experiencias, coproducen situaciones, disfrutan juntas, se comprometen colectivamente. Personas que son más fruto de habitar y encarnar sus conflictos, contradicciones y anhelos, que de fortificar sus certezas. Personas que reclaman a sus instituciones una mayor colaboración público-social y que se ocupen más de mantener la biodiversidad en lugar de potenciar monocultivos. Personas, que quizá mientras hoy termino de escribir esto, estén acudiendo a uno de esos conciertos indies celebratorios de los MTV Awards, pero que también quizá, luego, al volver a casa, puedan perderse a la deriva y conocer así algunos de esos otros Bilbaos, extraños, palpitantes, donde la pura vida aun es posible.

Acabo reinterpretando el chiste: «¿Me da un mapamundi de los mapamundis de Bilbao?».


Ricardo_AMASTÉ.

Bilbaíno a pesar de todo. Entre el «Preferiría no hacerlo» y el ¡No puedo parar!. Maestro ignorante y des-artista. Habitante de ColaBoraBora, una isla entre la realidad imperante y el deseo proyectado, en la que se dedican a redefinir los QUÉs transformando los CÓMOs. Investigadora y cobaya en el laboratorio de prácticas coalborativas Wikitoki. Tratando desde KARRASKAN de que cale eso de la innovación en cultura y la cultura de la innovación. Contribuyendo al despliegue de la Economía Social y Solidaria desde REAS Euskadi. Intentado poner la vida en el centro.

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La ciudad instantánea versus la ciudad permanente http://7festival.urbanbat.org/2019/03/22/la-ciudad-instantanea-versus-la-ciudad-permanente/ Fri, 22 Mar 2019 07:45:45 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20247 La ciudad instantánea versus la ciudad permanente En el comienzo de la década de los 90 y ante el panorama de degradación y profunda crisis económica, medioambiental y social de la ciudad de Bilbao y su área Metropolitana...]]>

En el comienzo de la década de los 90 y ante el panorama de degradación y profunda crisis económica, medioambiental y social de la ciudad de Bilbao y su área Metropolitana, las instituciones públicas y las principales empresas del tejido industrial que quedaban, se ponen en marcha para replantearse el futuro y devolver a la ciudad el protagonismo que ésta había tenido como metrópoli industrial, financiera, comercial y naval en el siglo XIX. Surge el momento de construir una ciudad posindustrial de servicios en una moderna región industrial en el que el entorno urbanístico, medio ambiental, la calidad de vida y su proyección internacional devuelvan el futuro y la esperanza a los ciudadanos.

En definitiva, resultaba necesario realizar una reflexión en torno a una profunda transformación de la base económica de Bilbao, planificando estrategias económicas, de infraestructuras y servicios propios ya no sólo de una ciudad, sino de una metrópoli.

Entre los años 1991-2000 en el seno de la Asociación Bilbao Metropoli-30 se diseñó el Plan Estratégico para la Revitalización del Bilbao Metropolitano, que debía fijar un conjunto coherente de objetivos a corto y a largo plazo y que permitiera aunar voluntades y coordinar las actividades de los diferentes niveles institucionales. El Plan Estratégico del Bilbao Metropolitano definió ocho temas críticos para el proceso de revitalización:

  1. Recursos humanos
  2. Metrópoli de servicios avanzados en una moderna región industrial
  3. Movilidad y accesibilidad
  4. Regeneración medioambiental
  5. Regeneración urbana
  6. Centralidad cultural
  7. Colaboración público‐privada y
  8. Acción social.

Este puede señalarse como el comienzo de una historia de treinta años de trabajo para configurar el retrato de la ciudad actual en la que la importancia del ocio y los servicios es una realidad avalada por la proyección internacional y atractividad de la ciudad en estos años. Premios internacionales prestigiosos, turistas, congresos profesionales, eventos internacionales, delegaciones de todo el mundo interesados por la transformación integral de la metrópoli, estudiantes extranjeros, inversiones, nuevas universidades son indicadores que avalan de los logros conseguidos. Una etapa importante está conseguida en esta transformación, queda por avanzar y también hay sombras en este camino que deben estar presentes en las agendas de todos/as y como no en este foro de urbanismo y participación social.

Podríamos decir que en el tema de la centralidad cultural se apuntaba muy tímidamente la importancia que la ciudad y la metrópoli debía prestar al tema del ocio, el turismo, la creación de una marca de ciudad , la protección internacional, o la atractividad general del territorio. En el comienzo hace 15 años preocupándonos de la renovación y construcción de las infraestructuras para estos fines en la actualidad en el reto de proyectar una ciudad y un territorio para vivir, invertir y visitar. Una ciudad territorio que sea capaz de interesar no para una vista de vacaciones (viaje de city break), para la celebración de un Congreso o la participación en un festival de música o deportivo si no una ciudad que además de atractiva para la visita lo sea para la vida, para el talento, para la creatividad, la inversión, para el desarrollo personal y la integración social y cultural, etc. Este es el reto moderno al que nos enfrentamos desde los organismos públicos y privados que nos dedicamos a la promoción – proyección internacional de nuestra ciudad y territorio. Un reto si cabe más difícil que construir infraestructuras, porque el conjunto de acciones necesitan, mayor coordinación, mayor inversión, mayor consenso, mayor estabilidad en la acción y por qué no? mayor participación ciudadana.

Se ha demostrado en diferentes estudios que trabajar en la atracividad de la ciudad para la visita: bien en una estrategia de turismo de ocio, bien en una estrategia de (MICE), bien en la captación de eventos internacionales o bien en la proyección como destino de rodajes produce benéficos en las ciudades y territorios generando riqueza, e ingresos (benéficos económicos) si no beneficios sociales (mayores ingresos para servicios públicos y universales, empleo), beneficios medio ambientales (pues la construcción de infraestructuras se relaciona intrínsecamente con la recuperación de zonas obsoletas y degradadas de las ciudades), beneficios culturales (pues la cultura se produce y difunde en estos equipamientos, genera sinergias con otros agentes y espacios culturales que están en el magma de todas las propuestas culturales de la ciudad y el territorio. La construcción de la imagen y la marca de la ciudad no es sólo lo que se hace desde o se ve en el marketing, si no lo que hacemos todos/as cada día al “abrir la persiana de nuestra ciudad”. El reto actual es por lo tanto entender que la nueva ciudad de servicios y eventos es un todo en el que la conexión entre la promoción de la marca ciudad, genera interés para la vista (turismo), para los negocios (inversión, nuevas empresa, talento) y para vivir (ser nuevo ciudadano). El reto está servido, el camino trazado, los problemas y riesgos están, se trata de volver a tener éxito.


Mercedes Rodríguez Larrauri

Licenciada en Pedagogía, y Máster Internacional en Ocio.

Fue responsable del Área de Investigación y Nuevos Proyectos en el Instituto de Estudios de Ocio de la Universidad de Deusto, desde 1994 hasta 1998. Anteriormente, durante los años 1991 a 1994, trabajó en los Equipamientos Culturales dependientes de la Diputación Foral de Bizkaia. Desde 1998 hasta febrero de 2007 desempeñó el cargo de Directora de Administración Turística y Competitividad en el Departamento de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno Vasco. Desde marzo de 2007 a julio de 2009 ha sido la Directora de “BASQUETOUR” Agencia Vasca de Turismo del Gobierno Vasco, la cual fue creada durante su gestión. Desde el 1 de julio de 2009 hasta la actualidad es la Directora de turismo de la ciudad de Bilbao. Sigue compaginando su tarea de gestión con la formación universitaria en el Máster en Gestión de Proyectos de Ocio y en el Máster de Gestión de Eventos de la Universidad de Deusto.

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En busca de la Beyoncé de Otxarkoaga o 22 reflexiones sobre políticas culturales públicas en relación a grandes eventos http://7festival.urbanbat.org/2019/03/15/en-busca-de-la-beyonce-de-otxarkoaga/ http://7festival.urbanbat.org/2019/03/15/en-busca-de-la-beyonce-de-otxarkoaga/#respond Fri, 15 Mar 2019 08:30:13 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20237 En busca de la Beyoncé de Otxarkoaga o 22 reflexiones sobre políticas culturales públicas en relación a grandes eventos A continuación desplegamos una serie de pequeños textos que conforman entre sí y de forma combinable (libremente) lo que ZEMOS98 piensa...]]>

A continuación desplegamos una serie de pequeños textos que conforman entre sí y de forma combinable (libremente) lo que ZEMOS98 piensa como sujeto político colectivo acerca de los grandes eventos culturales en relación a las ciudades. Todos los micro-textos tienen un máximo de 280 caracteres para que puedan ser copiados y pegados en redes sociales. Los cedemos de manera deliberada al dominio público.

#1 Los grandes eventos culturales en relación a las ciudades son como los centros comerciales: inevitables.

#2 Cuando un político se planea un gran evento cultural se imagina a un turista idílico que viene y gasta su dinero generando empleo para la ciudadanía. El olor a pis y el exceso de basura no se lo imaginan, parece.

#3 Imagina un pabellón de una antigua exposición universal que ha sido abandonado y ahora está completamente lleno de cacas de paloma y tiene una escalera mecánica sin motor (fue robado). Vale 6.000€/día el alquiler para grandes evento. ¿Nombre del pabellón? PABELLÓN DEL FUTURO.

#4 Cada época hay una serie de palabras que emergen desde las prácticas sociales y que son usadas para engalanar los documentos sobre los que se alzan los grandes eventos culturales. ¿Cuáles son las palabras que ahora ‘lo petan’ entre las consultoras que ayudan a las concejalías de cultura?

#5 Un gran evento siempre va a usar los grandes números para justificar su presencia. Hay que analizar si está generando un impacto no basado en lo cuantitativo. Y esto requiere de NO usar indicadores convencionales.

#6 ¿Podríamos tener indicadores que midieran el impacto medioambiental de los grandes eventos? Quizás así habría argumentos (también basados en las evidencias y no en lo intangible) para no hacer según qué barbaridades.

#7 El modelo de cultura mainstream no va a desaparecer y es complicado oponerse a ella. Lo que necesitamos es asegurar que ‘los peces grandes’ no están haciendo desaparecer a los ‘peces medianos y pequeños’.

#8 La hamburguesa existe y existirá. El pintxo minúsculo y exclusivo existe y existirá. La pregunta sigue siendo cómo fomentar un modelo de ciudad y de políticas culturales que fomente la cultura popular sin que eso signifique aniquilar la experimentación.

#9 Una pregunta legítima sobre los grandes eventos culturales es: ¿qué generan para el tejido local? Si la respuesta es que da trabajo exclusivamente al sector servicios, igual es que algo no se está haciendo bien. Si en cambio generan transformaciones en los tejidos productivo-creativos, entonces ‘ni tan mal’.

#10 En muchas ocasiones los grandes eventos son una excusa para enmascarar la falta de alternativas de ocio a pequeña escala que existen en los barrios de múltiples ciudades. Hay que repensar el modelo de ocio juvenil.

#11 La pregunta para un gestor cultural público debería ser, ¿cómo puedo hacer que las niñas y niños de mi ciudad tengan un ecosistema que les haga desear ser artistas sin que eso implique una idolatría ciega o la búsqueda acrítica de la fama?

#12 Internet es un lugar que ha favorecido la multidireccionalidad del conocimiento. ¿Cómo podemos importar ese modelo a nuestros eventos culturales?

#13 El modelo broadcast de la cultura no está muerto. Y seguirá vivo. La pregunta es, ¿cómo podemos generar un modelo de cultura que fomente el peer to peer?

#14 Hay preguntas disonantes y extrañas que podríamos hacer para cuestionar también el público al que se dirigen los grandes eventos. ¿Existen grandes eventos dedicados a personas mayores? ¿Existen grandes eventos hechos por personas racializadas? ¿Y a madres?

#15 ¿Cuánto cobran las personas que limpian tu macro festival? Este podría ser otro indicador para medir cómo de ejemplar es un gran evento.

#16 ¿Por qué lo llaman voluntariado cultural cuando quieren decir trabajo gratis?

#17 Hemos de preguntarnos qué modelo de sociedad está promoviendo un evento, sea del tamaño que sea. Si no genera el encuentro entre personas, ¿para qué sirve?

#18 Hace falta dejar de entender lo público como un espacio desde el que financiar grandes eventos “todos los públicos” y entenderlo como espacio donde financiar “pequeños eventos para diferentes públicos”, tratando de cubrir así el espectro de otra forma.

#19 Entre lo público-convencional y lo privado-rentable debe haber un espacio para lo común: un tipo de políticas culturales que experimenten más que lo público pero cuyo objetivo no sea el de maximizar los beneficios.

#20 Los grandes eventos culturales muchas veces conciben al público como una masa homogénea de consumidores. Necesitamos entender al público como una godzilla amorfa y heterogénea y tratar de preservar que se activen palancas de cambio social.

#21 Los grandes eventos culturales sí pueden tener un papel crucial en normalizar prácticas sociales consideradas marginales: programar artistas a favor del colectivo LGTB, feministas, racializadas, ecologistas en este tipo de eventos puede ayudar a estas luchas.

#22 Programar a Beyoncé está bien. Pero igual o más importante es generar las condiciones para que emerja una Beyoncé de Otxarkoaga o del Polígono Sur (Sevilla).


ZEMOS98

En ZEMOS98 apostamos por la transformación social como una constante de nuestro trabajo. En los últimos años se ha ido consolidando nuestro papel como intermediarios entre distintos agentes con el fin de fomentar la cultura de la participación, la construcción de ciudadanía crítica, el hackeo de las narrativas dominantes o el cuidado de los bienes comunes. Dicho papel se refiere a un rol intangible pero crucial: el de la mediación.

La mediación es nuestra capacidad para activar relaciones de pares entre activistas, artistas, académicas, fundaciones e instituciones públicas con el propósito de conectar lo social, lo político y lo cultural. Es una herramienta para la imaginación y la intervención capaz de diseñar procesos y dispositivos que sirvan para generar una sociedad más democrática e inclusiva.

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Ciudad Extraordinaria http://7festival.urbanbat.org/2019/03/11/ciudad-extraordinaria/ Mon, 11 Mar 2019 07:37:19 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20218 Ciudad Extraordinaria Un Festival es un acontecimiento que reúne diversas manifestaciones, por lo general artísticas, en un lugar y tiempo determinado...]]>

Un Festival es un acontecimiento que reúne diversas manifestaciones, por lo general artísticas, en un lugar y tiempo determinado. Es un encuentro cultural, una celebración donde lo diferente se reúne y halla un medio de expresión que permite amplificar intereses o posiciones ante aquello que se celebra. Su origen etimológico se dice proviene del inglés festival o del alemán Fest, pero en todo caso habla de una reunión, fiesta o feria que permite encontrarnos para celebrar. Un festival tiene el poder de congregar a mucha más gente que un evento o espectáculo específico, por su variedad de actos, diversidad de espacios y duración en el tiempo. Por definición, no se trata de una acción puntual, nos habla de una intención de transformación a través de la celebración, de la experiencia que se vive y que convierte lo ordinario en extraordinario, y por tanto, en inolvidable.

Un festival que toma la ciudad como escenario, la celebra. Cumple con los objetivos de ampliar la cobertura y el aprovechamiento cultural y ciudadano del espacio público, fomenta en la comunidad el ejercicio de su capacidad creativa, crítica y de participación, a partir de la generación de conocimiento y la interacción a través de experiencias singulares. Un gran evento urbano convierte la ciudad en un escenario novedoso, que hace que quienes la habitan puedan darse la libertad por unos momentos de apreciarla de un modo diferente, invitándolos a re-conocer de un modo especial, las virtudes y carencias de aquellos espacios a través de los cuales transita su cotidianidad.

Un festival de la ciudad transforma su realidad con la intención de volverla afable y accesible para entender y celebrar a todos los que la habitamos, por tanto la utilización del espacio público es la clave donde deberá tener lugar esta celebración, con la finalidad de volcar la mirada a la metrópoli misma y que ésta, a su vez, la devuelva generando un diálogo por demás enriquecedor. Durante cuatro días, la ciudad de México se convierte a través del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI, en un poderoso atractivo cultural, turístico y ciudadano, que posiciona a la capital mexicana a la cabeza de iniciativas que apuestan por la generación de nuevos espacios de interacción abiertos a la ciudadanía que fomenten la construcción de la cultura urbana.

MEXTRÓPOLI aporta al desarrollo de la ciudad a través de cuatro acciones estratégicas: concentrar a los más destacados actores de la arquitectura internacional y nacional y todos los interesados en la cultura; activar la reflexión y el intercambio de experiencias por medio de conferencias, presentaciones, exposiciones, mesas de discusión, talleres, puntos activos, visitas especializadas, rutas peatonales y ciclistas, fiestas y otros eventos al aire libre; exponer las propuestas, experiencias y problemas actuales en torno a temas de ciudad, cultura, diseño y arquitectura y; promover la ciudad, en este caso la Ciudad de México, como el referente de la cultura arquitectónica del continente al convertirla en el más destacado foro para reflexionar, celebrar y compartir entre expertos, estudiantes, líderes de opinión, funcionarios públicos y toda la ciudadanía, a través de diversas experiencias cívicas y urbanas desde la arquitectura.

Hace falta resistir para desarrollar la fórmula que permita diseñar las políticas que harán de un evento urbano un acontecimiento sostenible y de crecimiento equitativo para la ciudad. Un festival no deberá tratarse nunca de iniciativas aisladas, y se deberán observar con cuidado las múltiples franquicias que pretenden globalizar la escena de los festivales en las ciudades. Un festival de la ciudad debe nacer de la ciudad misma, entender su condición local para llevarla al escenario amplificado que lo global puede ofrecer, es por esto, que será importante persistir y reincidir con cada edición en aquellos temas cruciales que nos permitan descifrar y mejorar el territorio que habitamos. En el caso del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI se han explorado principalmente y con diferentes matices los temas relacionados con la vivienda colectiva, la movilidad urbana sustentable y la transformación y el aprovechamiento del espacio público. Estos tres ejes que podrían servir como clave de trabajo para cualquier territorio, constituyen también la esencia de los problemas que padece nuestra ciudad y, año tras año, se retoman con la participación colectiva de todos los actores involucrados, para construir un mejor territorio. Estos temas comunes sumados a aquellos que hacen particular nuestra metrópoli, cómo podría ser, su relación con el agua, la reconstrucción tras desastres naturales o la carencia de unos límites que nos permitan otras maneras de pensar el entorno construido, son parte de la fórmula para contribuir al desarrollo y dejar huellas productivas en el territorio festejado.

Los eventos de celebración urbana deben por encima de todo, ser espacios plurales, deben alejarse de los intereses personales de aquellos que los coordinan y convertirse en una ventana que permita seleccionar y mostrar iniciativas de diversos espacios sean estos institucionales, académicos o civiles. Sólo a través de esa pluralidad de iniciativas y posiciones se logrará consolidar un festival de la ciudad como un espacio real de celebración, por lo tanto, se deberán mantener siempre al margen de políticas partidistas o intereses particulares con el objetivo de ser un lugares inclusivos de todas las opiniones, para hacer extraordinarios y verdaderos los escenarios de encuentro y discusión entre los diversos actores que habitamos ese espacio común de los que no tenemos nada en común al que llamamos ciudad.


Andrea Griborio

Andrea Griborio (1981, México D. F., México) es arquitecta por la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Zulia, Maracaibo, Venezuela (2003). Diplomada en Docencia para la Educación Superior por la Universidad del Zulia. (2007), Master en Arquitectura: Critica y Proyecto por la Fundación Universidad Politécnica de Catalunya (2009) y Master en Teoría y Practica del Proyecto de Arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona de la Universidad Politécnica de Catalunya, España (2011). Ha impartido clases de proyectos arquitectónicos en Venezuela, Guatemala y la Ciudad de México. En 2006 funda Acontecimientos Arquitectónicos, un espacio de discusión y reflexión en torno a la arquitectura y el diseño latinoamericano, coordinando cuatro ediciones bienales de un Concurso Internacional de Ensayos sobre arquitectura. Desde 2014 es directora de MEXTRÓPOLI Festival Internacional de Arquitectura y Ciudad.

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Prodigios y vestigios http://7festival.urbanbat.org/2019/03/01/prodigios-y-vestigios/ Fri, 01 Mar 2019 09:43:15 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20198 Prodigios y vestigios Me ha resultado difícil no comenzar esta reflexión con la revisita al proyecto de Instant City de Archigram...]]>

Imagen de Archigram por Peter Cook

1.

Me ha resultado difícil no comenzar esta reflexión con la revisita al proyecto de Instant City de Archigram. Me parece que sintetiza muy bien la utilización de una situación efímera para producir una aceleración en la transformación urbana. También me doy cuenta de que me ha producido sensaciones bastante diferentes según el momento o el estado de ánimo en el que lo he reencontrado. Unas veces me ha resultado un ejemplo optimista e inspirador, otras he llegado a entenderlo como una metáfora irónica.

Supongo que con el fenómeno de los grandes eventos siempre podemos aproximarnos a ellos desde varios ángulos. Pienso por ejemplo en el Crystal Palace de la primera Exposición Universal en Londres en 1851 y puedo entender el edificio como la maravilla tecnológica que fue, el germen de la modernidad en arquitectura, el dispositivo reversible pensado de antemano para ser desmantelado y reciclado, en los prodigios que albergaba y en la admiración que produciría a sus asombrados visitantes. Pero también puedo acercarme a él consciente de que no dejaba de ser el producto, convenientemente maqueado y listo para su exhibición, resultado de la explotación salvaje de la clase trabajadora inglesa y del expolio sistemático de los territorios colonizados por el glorioso Imperio.

Más o menos lo mismo me pasa con la Exposición Universal que se celebró en Barcelona, la ciudad que habito, en 1888. Puedo fijarme en la transformación que supuso para el barrio de la Ribera y el frente marítimo, convirtiendo los despojos de las fortificaciones recientemente derribadas en un tejido urbano saneado y habitable. Puedo observar una foto añeja del Hotel Internacional, un macroedificio de lujo que fue construido en menos de dos meses para la ocasión, para ser luego desmantelado a la clausura de la Exposición, y una vez más el arquitecto que hay en mi se maravillará con una gesta que aún hoy en día resultaría espectacular. Pero en la misma foto veré, recién instalada, la estatua del Marqués de Comillas, Antonio López y López, un homenaje de sus correligionarios a un empresario con intereses en el negocio esclavista, que me inmediatamente me hará pensar en el modo en que aquellos señores de orden, los mismos que concibieron la gran Exposición, reprimían a las masas populares cuando estas exigían derechos básicos y condiciones de vida razonables.

 

2.

Una vez dicho esto, y por entrar más ordenadamente en materia, me parece razonable diferenciar entre algunos tipos de ‘grandes eventos’ urbanos que seguramente afectan a la ciudad de manera diversa.

Por un lado los mayores de ellos, tanto por antigüedad como por calado, serían las mencionadas Exposiciones Universales y sus sucedáneos. A continuación, y con un grado de afectación a la ciudad comparable, podemos mencionar los acontecimientos deportivos de primer orden, principalmente los Juegos Olímpicos. Estos tipos de evento marcan un antes y un después en las ciudades que los acogen, propiciando una de esas escasas ocasiones para la transformación urbanística catártica, ya que se dispone –probablemente por una vez en la vida– de una gran cantidad de recursos para ser invertidos en un plazo de tiempo muy determinado. Es indudable que, dentro de este tipo de eventos, existen ejemplos de buena conexión entre las necesidades de transformación propias de la ciudad receptora y las necesidades específicas del festejo. Otro tema sería analizar ciertos aspectos de la gestión económica, los casos de privatización de ciertas infraestructuras generadas con dinero público o la ausencia de participación ciudadana en la toma de decisiones.

Luego tendríamos los fenómenos deportivos de orden medio, a veces de gran tirón, como pueden ser campeonatos automovilísticos o grandes regatas. En nuestro país tenemos ejemplos de ciudades que han recurrido a ellos para activar o transformar zonas determinadas de la ciudad y, sobretodo, para promocionarse a través de una importante difusión mediática. En este caso las necesidades del evento pueden ser más difíciles de conciliar con las de la ciudad, con lo que pueden resultar bastante más forzados y difíciles de defender. Mueven grandes cantidades de dinero muy rápido y fundamentalmente en el sentido del gasto, especialmente porque suelen suponer el pago de cánones importantes a los propietarios de la marca y se puede caer fácilmente en la inversión en espectacularidad arquitectónica, llegando en ocasiones a dejar verdaderas situaciones de ruina tras ellos.

Los grandes eventos culturales, como los festivales de cine o de música más importantes, tendrían una afectación urbana menor en el plano físico pero una relevante función en la representación pública de la ciudad anfitriona. Suelen tener carácter periódico, y compartirían muchas características con las ferias o muestras de arte que tienen su máxima expresión en ciertas Bienales, o con su otra pariente conocida como Capitalidad Cultural, ocasión que, al contrario que las anteriores, sólo se supone para una única edición. En principio no suelen ser tan peligrosos como los eventos del apartado anterior, en parte por su habitual periodicidad y porque pueden llegar a ser bastante inclusivas en su desarrollo y proyección. En ocasiones su principal inconveniente es el fomento de formas de turismo demasiado intensivas y colaborar en procesos de gentrificación. Estos acontecimientos culturales no se diferenciarían demasiado, en cuanto a la afectación urbana se refiere, a los grandes congresos o ferias de muestras, llegando en ocasiones a compartir infraestructuras.

Finalmente podríamos nombrar los más efervescentes y efímeros de los eventos multitudinarios, muy comunes en nuestros días, similares en formato aunque diversos en contenidos, que tienen una característica común en su afán por visibilizar ciertas comunidades en una suerte de apropiación simbólica del espacio. Estoy hablando de cosas tan diversas como una gran manifestación reivindicativo-performativa, como han venido siendo algunas convocatorias nacionalistas, un macroencuentro religioso como se puede dar en la visita de un pontífice o también un desfile del orgullo, este último con reminiscencias de aquel fenómeno conocido como Reclaim the Streets, en el que se combinaba el formato de rave itinerante con la reivindicación del derecho a la ciudad. Estas situaciones pueden resultar muy visibles en ciertos momentos y tienen un considerable potencial simbólico, pero su efecto permanente sobre la ciudad es más limitado. Su configuración y efectos están muy emparentados con las grandes fiestas populares y principales manifestaciones folclóricas.

 

3.

Una vez repasados algunos de los principales formatos de grandes eventos urbanos, y con el fin de plantearnos una crítica constructiva de sus efectos y para apuntar posibles estrategias alternativas, cabría preguntarse:

¿Qué fines reales persiguen?

¿Quién los promueve?

¿Quién colabora?

¿A quién se escucha?

¿A quién van dirigidas las actuaciones?

¿Qué recursos se utilizan?

¿Cómo se utilizan esos recursos?

¿Cuál es el despliegue en el tiempo de las actuaciones y sus resultados?

¿Cómo se evalúan?

¿Quién rinde cuentas?

¿Qué sistemas de gestión y gobernanza derivan de las transformaciones que provocan?

Está claro que la promoción de la mayor parte de estos eventos es elitista, y que, a pesar de su importancia para las ciudades en las que se desarrollan, rara vez se promueven situaciones que permitan la participación ciudadana.

Cuando se trata de inversiones públicas o de colaboraciones público-privadas, hemos de estar alerta de quien sale beneficiado, siendo habitual que ciertos agentes privados sean gratificados con carácter inmediato, mientras que los hipotéticos efectos positivos sobre lo público puede que nunca lleguen a consumarse de la manera prometida.

Habitualmente lo único que se socializa en estas situaciones son las pérdidas provocadas por las convulsiones inversoras. Cuando se publica “El Gobierno se hará cargo de la deuda de ……….” no debemos olvidar que el dinero público que cubrirá determinado error estratégico o determinada mala gestión sale de cada uno de nuestros bolsillos.

En el mejor de los casos, cuando la operación resulta un éxito y mejora urbana es indiscutible, cabe preguntarse quien es el destinatario final de la mejora. Si una operación de gran envergadura tiene como efecto la revalorización de los activos inmobiliarios, y esta tiene como consecuencia el desplazamiento de gran parte de los vecinos por no poder alcanzar los nuevos estándares de renta y coste local de la vida, ¿se trata de una mejora real?.

(…)

Podemos prolongar esta reflexión indefinidamente, de hecho yo animaría a ejercitarse en ello. En cualquier caso en este texto vamos a pasar de pantalla para considerar ciertas buenas prácticas y pensar algunas alternativas.

 

4.

La primera práctica crítica ante el panorama que se ha expuesto hasta ahora sería la oposición a ciertos eventos mediante movilizaciones ciudadanas de diversos tipos. Un ejemplo muy coral, en el sentido que tuvo diferentes fuentes y expresiones, fue la respuesta ciudadana a la iniciativa del Fórum Universal de las Culturas de Barcelona, celebrado en 2004. Son innumerables las formas de expresión antagonista que llegaron a desplegarse, desde manifestaciones no convencionales a publicaciones, cartografías críticas y todo tipo de debates.

La segunda podría ser la celebración de eventos que trabajan sobre la idea misma de la transformación participativa y consciente del entorno urbano, trabajando desde la base pero con algún tipo de aspiración de incidir en lo institucional. En esta categoría podríamos incluir muchísimas situaciones, desde distintos eventos culturales con enfoque crítico y multidisciplinar a encuentros que trabajan la economía social y solidaria en red, pasando por festivales u otros eventos que se convocan específicamente para repensar la ciudad, sea desde la arquitectura y el urbanismo, la antropología, la ecología, la geografía, el asociacionismo o la militancia, etcétera… y más aún, desde enfoques multidisciplinares y transversales . Es en general un espacio de activismo y es muy difícil ponerle coto o caracterizarlo en detalle en unas pocas líneas.

La tercera podría ser una hibridación de las dinámicas propias de la categoría anterior con las iniciativas institucionales. Ejemplo de ello podría ser la incorporación de iniciativas críticas o innovadoras desde la base en procesos relacionados con la Capitalidad Cultural Europea, sea en fase de candidatura o de capitalidad propiamente dicha. En nuestra experiencia recuerdo como muy positivas el apoyo de la candidatura de Donosti 2016 a dos propuestas salidas del ámbito de la Red de Arquitecturas Colectivas: el encuentro de la red en Pasaia 2010 y el despliegue del proyecto Har Etxea / Kabia en Errenteria en 2012. En los dos casos se produjo una situación muy libre y completamente abierta a planteamientos críticos, con el extra de generosidad que supone apoyar procesos que se daban fuera del municipio aspirante.

Un subconjunto del anterior podría ser los acontecimientos culturales que operan desde y sobre la ciudad que los acoge, en una suerte de colaboración estable entre un equipo crítico y la institucionalidad tradicional, lo cual permite un trabajo sostenido sobre el ecosistema urbano. Sería el caso del festival One Architecture Week, de Plovdiv (Bulgaria), en el que a lo largo de algunos años se ha combinado la investigación y la intervención sobre zonas específicas del área metropolitana con los formatos más habituales en festivales de arquitectura o encuentros sobre urbanismo. Esto se ha dado en un esquema multicapa que permite implicar a los expertos internacionales y locales a la vez que convoca a diversos representantes de las administraciones públicas, si olvidar a la academia y a ciertos perfiles activistas.

Para concluir mencionaremos un destello de luz en una de las zonas castigadas por las políticas urbanas más oscuras: la ciudad de Valencia, donde la operación de La Marina, pensada para acoger la Copa América de Vela en 2007 y que transformó una parte importante del puerto de la ciudad, dejó una estela de edificios en desuso, espacio público desestructurado y deuda millonaria crónica. Recientemente el Consorcio Valencia 2007, entidad creada para la ocasión y que reúne a las tres administraciones públicas implicadas, ha dado un potente golpe de timón y sorprendentemente confía la generación de estrategias y gestión de proyectos de activación de infraestructuras y espacio público a nuevos perfiles profesionales, contratando para la gestión de todo ello a técnicos que habían destacado por su visión crítica con las políticas públicas especulativas anteriores. Ahora esos insospechados nuevos responsables están desplegando una serie de eventos y situaciones de trabajo que a su vez convocan a otros profesionales. Estos recién llegados tienen la oportunidad de trabajar con las ruinas producidas por las malas prácticas para devolver a la ciudadanía la voz para reacometer la transformación del entorno de forma inclusiva y plural. Veremos que ocurre, pero pinta interesante y puede llegar a ser un patrón replicable.

David Juárez

Arquitecto y miembro de Straddle3. Desde finales de los años noventa ha desarrollado proyectos de participación ciudadana sobre recuperación de tejido industrial y cultural, intervenciones colaborativas en el espacio público y proyectos e investigación en el ámbito de la vivienda. Ha impartido charlas, cursos y talleres en centros y universi- dades de Europa y Latinoamérica. Ha promovido y co-diseñado diferentes herramientas digitales de código abierto para proyectos relacionados con el urbanismo participativo, además de participar en varias publicaciones especializadas. Es miembro fundador de las redes internacionales Arquitecturas Colectivas y CitizensLab.

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Estrategias para la mejora de la sostenibilidad urbana durante la celebración de eventos. Una aproximación desde el punto de vista social. http://7festival.urbanbat.org/2019/02/22/estrategias-mejora-sostenibilidad-eventos/ Fri, 22 Feb 2019 09:51:30 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20181 Estrategias para la mejora de la sostenibilidad urbana durante la celebración de eventos. Una aproximación desde el punto de vista social. El incremento de la variedad y del volumen de eventos que se ha producido en las últimas décadas es un síntoma...]]>

El incremento de la variedad y del volumen de eventos que se ha producido en las últimas décadas es un síntoma de que la celebración de eventos se inserta en la dinámica urbana contemporánea. La ciudad es un lugar “natural” ideal para la celebración de eventos. Lo es por la elevada densidad de población, por su capacidad de ofrecer escenarios en su espacio público, por la facilidad de generar sinergías con los eventos que se manifiestan en la creación o refuerzo del “clima” o “ambiente urbano” y por su disponibilidad de equipamientos culturales, deportivos o sociales. El rendimiento social, económico y cultural de la producción de eventos urbanos es tal que permite el desarrollo de diferentes estrategias de desarrollo, ya sean socioculturales, económicas o turísticas (González & Morales, 2009). No obstante la incorporación de los eventos a las ciudades, a una velocidad mucho mayor a la de épocas en las que solamente existía un reducido núcleo de eventos y celebraciones tradicionales, plantea diversos retos, derivados de la existencia de impactos, para la gestión sostenible de las ciudades. Estos impactos deben leerse tanto en positivo como en negativo. En primer lugar, el aprovechamiento de los eventos puede ser una buena opción para aticular estrategias que permitan la mejora de la sostenibilidad urbana, pero requiere ubicar previamente dichos eventos en un marco de política urbana, evaluar los impactos o diseñar estrategias para la revitalización urbana que beneficien y contribuyan a dar valor a la comunidad local. En segundo lugar también debe contemplarse una lectura opuesta, donde los eventos no solamente planteen beneficios sino también impactos negativos y afectaciones a la sostenibilidad. La celebración de eventos, especialmente si no van acompañados de unas estrategias de sostenibilidad claras, contiene diversos factores de riesgo que hay que asumir o intentar minimizar. Los problemas de mobilidad, la creación de espacios “artificiales” en el espacio público, la aglomeración de personas y residuos, el consumo de materiales o la turistificación excesiva son buenos ejemplos de las alteraciones que la celebración de eventos puede producir en el metabolismo urbano.

En este texto vamos a abordar cuáles son los principales aspectos a tener en cuenta para optimizar la gestión sostenible de los eventos y cómo afectan a diferentes ámbitos sociales de la sostenibilidad. Es imposible abordar en un solo texto todos los efectos e impactos que generan los eventos, por lo que se ha optado por ofrecer una mirada donde predomina lo social. La organización del texto se estructura en tres partes. En primer lugar se reflexiona acerca de las características inherentes a todos los eventos urbanos y de qué manera influyen sobre la sostenibilidad. En segundo lugar se analizan los principales impactos de los eventos sobre la sostenibilidad social en las ciudades, en función de cada fase de su organización: 1) la formación de capital social necesario para su creación y puesta en marcha; 2) los impactos sobre el uso del espacio público y sobre la identidad del lugar, durante su celebración; y 3) los efectos e impactos que perviven en el tiempo después de su celebración. Finalmente se ofrecen, a modo de conclusión, algunas recomendaciones en clave de sostenibilidad para la gestión sostenible de eventos urbanos.

 

1. Los principios compositivos de los eventos y su efecto sobre la sostenibilidad urbana

Un evento puede ser definido como “un acto organizado (reunión, convención, exhibición, evento especial, etc.) que se compone de diferentes funciones relacionadas entre sí.” (Bowdin et al., 2006). Un principio aplicable a cualquier evento es que se trata de un acto temporal y único, aspecto que procede de su mezcla de elementos de gestión, programa, escenarios y participantes.

El carácter efímero e irrepetible de los eventos urbanos tiene determinadas implicaciones sobre la sostenibilidad. Se trata de un acto que tiene una duración limitada en el tiempo y que puede llegar a generar elevadas densidades de participantes que no “quieren perdérselo”. Un segundo elemento a tener en cuenta es la concentración de la actividad generada en el espacio. Los eventos consumen espacio, en muchas ocasiones espacio público, por lo que requieren el uso de determinados recursos urbanos (equipamientos, servicios, infraestructuras, etc.) y, sobre todo, substituyen usos del espacio en el período de tiempo durante el que se celebran (los accesos a equipamientos y calles pueden verse afectados, por ejemplo durante la celebración de una competición deportiva en la calle).

Muy relacionado con el consumo de espacio está la escala a la que se celebra el evento. Las clasificaciones clásicas de eventos establecen diferentes categorías según su tamaño (eventos locales o de raíz comunitaria, eventos importantes, eventos de referencia y megaeventos). Cuanto mayor es el evento más capacidad tiene de atraer público, de consumir espacio, de implicar agentes sociales y de afectar a un mayor número de sectores de la economía de la ciudad.

Además, la misión, objetivos o la aproximación que los organizadores den al evento puede ser también un elemento a tener en cuenta. Por ejemplo, se ha puesto de manifiesto que algunos eventos con carácter turístico plantean mayores conflictos con los residentes y agentes locales que los eventos con carácter no turístico (González & Morales, 2018).

Finalmente, la misma decisión de celebrar un evento puede activar mecanismos de cambio de comportamiento o hábitos entre los residentes. De hecho este es uno de los impactos sociales más potentes de la celebración de eventos urbanos, en particular por su potencial capacidad de estimular la participación de los habitantes en actividades culturales, deportivas o comunitarias. A pesar de que no existen estudios concluyentes sobre el hecho que la celebración de eventos (especialmente las grandes celebraciones) tengan una relación directa con el aumento de los niveles de actividad entre la población se supone que los eventos pueden contribuir al cambio de hábitos y comportamientos a través de dos vías (Smith, 2013):

  1. Como efecto demostración, donde la excelencia de los participantes en el evento conduce a imitar o motivar a los espectadores a realizar prácticas sociales similares. Por ejemplo, el aumento de número de federados o de la práctica de un deporte en un país después de la celebración de un campeonato de alto nivel.
  2. Como efecto festivalización, cuando la población se ve estimulada por un aumento de la excitación y la asociación a experiencias positivas vinculadas con el evento. La atmósfera especial y las expectativas generadas antes y durante la celebración de algunos eventos pueden impulsar a la población en general a dedicar tiempo a determinadas actividades, programas y comportamientos que de otra forma hubieran sido ignoradas (Weed et al., 2009)

 

2. Aspectos sociales de la celebración de eventos urbanos y su relación con la sostenibilida

La celebración de eventos urbanos pasa por tres grandes fases donde se pueden producir algunos impactos sociales importantes. Un primer momento es la fase de diseño y organización del evento. Es en este momento cuando se moviliza a las personas encargadas de su organización y gestión y donde se da forma a las expectativas previas de los organizadores. El desarrollo de capital social permite poner en común a diversos grupos sociales para el logro de un objetivo común, por lo que resulta un elemento clave para valorar el impacto del evento sobre la comunidad local, tal como veremos posteriormente. Pero en la fase previa de construcción y diseño del evento hay un aspecto del capital social, el liderazgo, que destaca sobre el resto. La capacidad de liderazgo es fundamental para impulsar la participación de otros agentes, para establecer dinámicas de trabajo positivas, y para generar sinergías entre los colaboradores. Algunos estudios llevados a cabo sobre el papel del liderazgo en la creación de capital social demuestran que los eventos con un liderazgo claro y sólido permiten que este tenga mayor visibilidad exterior debido a su buena capacidad para conectar con agentes pertenecientes a redes externas al evento y, en consecuencia, tener mayor atractivo para el público (González & Miralbell, 2011).

La mayor parte de los impactos se producen, como es lógico, durante la fase de celebración del evento urbano. El capital social se despliega también a medida que se desarrolla el evento. En términos generales se considera que los eventos culturales contribuyen a cohesionar una comunidad, poniendo en común a diferentes grupos sociales y potenciando el bienestar comunitario compartiendo normas mutuamente beneficiosas de reciprocidad, confianza mutua y cooperación (Wilks, 2012). En este sentido, los eventos culturales pueden ser utilizados para trascender las barreras sociales, en la medida que facilita a los participantes el establecimiento de nuevas conexiones con personas diferentes entre sí pero que comparten un conjunto de valores similares.

Uno de los impactos más importantes de la celebración de eventos sobre la sostenibilidad urbana tiene que ver con el uso del espacio público. El uso de las calles, plazas, parques, o jardines como escenario para la celebración de eventos urbanos proporciona diversos beneficios a la ciudad donde se realizan. En primer lugar permite los efectos de socialización, mezcla o diversidad social entre los participantes. Por poner un ejemplo, en la Fiesta Mayor de Santa Tecla en la ciudad de Tarragona la mitad de los participantes manifestaban que les permitía conocer o relacionarse con personas nuevas, y un 25% afirmaba que se trataban de personas extranjeras o de origen geográfico o cultural muy diferente al suyo. Además cerca de la mitad de los encuestados (44%) afirmaban que durante las fiestas les resultaba un buen momento para ligar o encontrar pareja. En contrapartida los efectos negativos de un incremento de la socialización pueden producirse si el evento la fomenta solo entre pocos grupos sociales o con un componente muy parecido (anulando así el efecto de mezcla social) o, sobre todo, si genera exclusión social a determinados grupos sociales.

Además de los efectos positivos sobre la socialización, la asociación entre espacio público y celebración de eventos incluye también elementos intangibles. Uno de los más importantes es la creación de sentido del lugar (término derivado del inglés “sense of place”). Se trata de un fenómeno complejo donde, en síntesis, consiste en establecer una asociación entre el lugar donde se celebra el evento y un vínculo emocional con el lugar (natural o urbano) entre los participantes, a través de historias compartidas o situaciones vividas en dichos espacios (Andrews & Leopold, 2013). Este sentimiento permite establecer interacciones espontáneas entre la gente a partir de celebraciones culturales o festivas que, a su vez, refuerzan los vínculos de pertenencia al lugar y de identidad colectiva. En algunos casos este sentido del lugar se expresa también a partir de la creación de la llamada “atmósfera urbana”. Si bien este fenómeno permite dar contenido nuevo al espacio público, llenar de gente espacios que pueden estar poco frecuentados y dar una imagen positiva o renovada al escenario urbano también existen impactos negativos asociados. Se trata de efectos temporales, el más grave de los cuales es el cambio temporal de residencia para evitar los impactos negativos del evento. Entre las afectaciones más comunes se encuentran la creación de aglomeraciones debido a la afluencia de público, las restricciones a la movilidad y de acceso al espacio público, los ruídos y molestias asociadas a la celebración, el aumento del vandalismo, la inseguridad o la delincuencia (especialmente cuando existe una importante afluencia de turistas). Si bien los efectos tienen un impacto restringido a la propia duración del evento, se pueden enquistar si el espacio público es usado de forma recurrente como escenario de eventos a lo largo del año. Por ejemplo, si se da de manera continua, puede generar procesos de festivalización del espacio público, molestias derivadas del efecto ciudad abierta las 24 horas o la banalización del espacio público.

Un tercer tipo de impacto social derivado del uso del espacio público en los eventos tiene que ver con la identidad local. Los eventos urbanos pueden desarrollar vínculos de identidad con la comunidad local de diversas formas. Una primera manera es mediante el desarrollo del sentimiento de pertenencia al lugar. La noción de pertenencia está muy próxima a la idea de identidad. De hecho, el compromiso con los procesos sociales y culturales de la comunidad, compartir la misma historia y dinámicas y el sentimiento de pertenencia a un lugar son algunos de las principales motivaciones para participar o asistir a eventos especiales. Los festivales, por ejemplo, son eventos que contribuyen a la creación de narrativas de pertenencia al lugar haciendo que la gente se reúna para compartir experiencias y actividades, pero también recordando el pasado común. La conmemoración de episodios históricos o la representación de tradiciones se establecen con frecuencia a partir de narrativas e historias que se vinculan con el sentimiento de arraigo a un lugar y al sentimiento de pertenencia de los individuos. En este sentido los eventos pueden actuar como “espejos” que reflejan una particular identidad colectiva a través de su programa y actividades propuestas (Andrew & Leopold, 2013).

Es también pertinente hablar del sentimiento de orgullo como impulsor de la identidad local cuando se lleva a cabo un evento sentido como propio por la comunidad local. El orgullo local ante los eventos es un elemento muy común entre la comunidad local derivado de la voluntad de dar visibilidad externa a un elemento muy apreciado en el ámbito local. En parte, este sentimiento se agudiza cuando se vincula a la sensación de autenticidad. Los eventos que son percibidos como auténticos son más proclives a desarrollar este sentimiento de orgullo. Además son fácilmente transferibles a los visitantes y turistas que buscan experiencias auténticas, por lo que ofrecen una vía directa de transmisión exterior de la identidad local. A pesar de ello existe un interesante debate acerca de los impactos negativos que el turismo puede generar sobre la identidad local. Por un lado algunos expertos relacionan la presencia (masiva) de turistas con la pérdida de originalidad, banalización y de transformación del evento (en su totalidad o en parte), con lo que se pierde el contenido y el sentido original y deja de ser reconocible por la comunidad local.

Por otro lado existen posiciones más neutrales que defienden que la cultura es un fenómeno flexible y moldeable a lo largo del tiempo y que la introducción de eventos turistificados no deja de ser un reflejo de cómo las sociedades adoptan nuevas formas de producción y acentúan su complejidad cultural. Los resultados de un estudio llevado a cabo durante el año 2017 sobre eventos realizados en destinos turísticos catalanes refuerza esta última posición. En el estudio se analizan las respuestas de 400 organizadores de eventos a la pregunta de si los impactos sociales y culturales de los eventos celebrados con finalidad turística difieren de los celebrados con una misión cultural, o en cuyos objetivos se encuentra la plasmación de la identidad o de la historia local o la defensa de la tradición local. En general los eventos programados con finalidad turística tienen impactos negativos más elevados a nivel de molestias a los residentes, pero, en relación a la capacidad de generar vínculos con la identidad local generan impactos positivos iguales o incluso superiores a los de los eventos con orientación local o cultural (González & Morales, 2017).

Los impactos derivados de la celebración de eventos tienen mucho que ver con su tipología y con la forma en que se desarrolla en la ciudad. No produce el mismo efecto un evento de pequeñas dimensiones que uno de gran calado, ni tiene la misma repercusión un acto organizado por una asociación local orientado a los propios residentes que un gran evento que pretende posicionar la ciudad o reforzar la marca urbana. En cualquier caso queremos cerrar este apartado con una reflexión acerca de las actitudes acerca de los eventos urbanos por parte de la población. A pesar de que existe una percepción generalizada de que la celebración de eventos (especialmente los de gran formato) levantan mucha oposición social, lo cierto es que normalmente existen muchos más partidarios que detractores. Por ejemplo, en una muestra sobre 400 residentes en Calgary, el 98% tenía actitudes positivas ante la celebración de las Olimpiadas de invierno de 1988 en esta ciudad (Smith, 2012). No obstante, la actitud de los residentes ante la celebración de un evento puede oscilar de forma considerable si se tienen en cuenta las condiciones y circunstancias concretas de cada individuo. La teoría del intercambio social demuestra que existe un balance entre las expectativas de beneficios generadas por la celebración de un evento y la actitud (más positiva o más negativa ante el mismo). Por poner un ejemplo, durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Sidney la opinión favorable a la celebración del evento disminuía a medida que los residentes vivían más alejados de la zona donde se encontraban los equipamientos y actividades previstas. Esta posición fue interpretada por el hecho que los residentes más cercanos a las zonas donde se organizaban las pruebas eran mayoritariamente gente joven que percibía como un beneficio el mantenimiento de las instalaciones olímpicas en sus barrios una vez que hubiera finalizado el evento (Waitt, 2003).

Una visión diferente sobre los efectos de los eventos sobre la sostenibilidad urbana no toma como punto de partida la medida ex post de los impactos producidos sino la evaluación estratégica ex ante de lo que se quiere transmitir y legar a partir de la celebración del evento. Este punto de vista tiene gran trascendencia para la gestión de los eventos en la ciudad, puesto que implica no poner el centro de interés en el propio evento sino trasladarlo a los efectos sobre la sociedad que, derivados de su celebración, puedan mantenerse en un futuro. Poner en el plano opuesto el evento significa cambiar la mentalidad de los gestores. Por ejemplo, bajo este prisma estratégico, no resulta tan importante la celebración y éxito en sí del propio evento, sino planificar correctamente sus efectos a largo plazo. En otras palabras, si habitualmente la promesa de los impactos futuros son la excusa para justificar la celebración del evento, con un enfoque de palanca de desarrollo (estrategias de “leverage” en inglés) es justo al revés: el evento es la excusa para conseguir rediseñar, revitalizar, regenerar o proporcionar mayores posibilidades de equidad en las ciudades. En definitiva, se trata de utilizar la publicidad y el gancho del evento para fomentar iniciativas sociales que coincidan con la celebración del evento y perduren más allá de su celebración.

Existen diferentes opciones que permiten abordar estratégicamente la potenciación del legado de los eventos a partir de acciones de leverage. Entre las iniciativas de regeneración social más comunes se encuentran las siguientes:

  1. El fortalecimiento de la cohesión de la comunidad. Los eventos representan una oportunidad para hacer converger en un único espacio a diversos grupos sociales representativos de la gran variedad sociodemográfica de las ciudades actuales. Si en muchas ocasiones los (grandes) eventos acostumbran a ser del gusto de unos pocos grupos sociales, las estrategias de desarrollo de leverage pueden involucrar a muchos más grupos (por ejemplo haciendo resaltar el carácter internacional de un evento deportivo, más allá de la competición, para implicar a colectivos de diferentes orígenes).
  2. El favorecimiento del compromiso local y la responsabilidad civil. A pesar de que los eventos urbanos pueden ser vistos como la antítesis de la acción local, en algunos casos pueden motivar a la población a tomar un rol más activo en su comunidad. Los programas de voluntariado asociados al evento que incluyen formación práctica y laboral y que se mantienen a medio plazo, pueden favorecer los objetivos comunitarios y beneficiar las comunidades a largo plazo.
  3. La organización de programas de preempleo para las personas desfavorecidas. Los eventos pueden mejorar el grado de adhesión a programas de formación de personas que, previamente, han fracasado en programas de inserción laboral o similares. Además estos programas pueden vincularse a las necesidades laborales reales que la celebración del evento pueda requerir.
  4. El impulso de programas educativos. Las personas jóvenes son un buen objetivo para lograr la consecución de buenos hábitos entre la población en el futuro, por lo que resulta interesante añadir programas de educación vinculados a eventos temáticos. Al estar vinculados a los eventos se facilita su seguimiento. Los objetivos más comunes de los programas educativos tienen que ver con los criterios de regeneración social: los estilos de vida saludables, los temas ambientales o el desarrollo personal.
  5. Las iniciativas de promoción de hábitos saludables. Los eventos deportivos tienen magnetismo especial para plantear acciones sociales de mejora de la salud entre la población. No obstante también algunos eventos temáticos vinculados con la actividad física (danza, música, teatro) pueden estimular la creación de este tipo de programas. Los organizadores de eventos pueden plantear iniciativas para fomentar este aspecto. Entre las más comunes se encuentran las que tienen que ver con la programación de actividades deportivas durante la fase previa al evento o proporcionar ayudas o becas para la inscripción en clubes o asociaciones deportivas.
  6. Las iniciativas para mejorar y asistir a las personas con minusvalías. Si se tiene en cuenta que las personas con minusvalías son algunas de las más desfavorecidas de la sociedad, los programas de regeneración social que permitan mejorar su calidad de vida encajan perfectamente en las estrategias de leverage social a partir de eventos. Los Juegos Paralímpicos son un claro ejemplo de como un evento puede dar visibilidad y cambiar la percepción ciudadana sobre las personas con disminución. Introducir mejoras en la accesibilidad a los espacios urbanos, edificios y equipamientos o la creación de programas educativos y de sensibilización en las escuelas son dos ejemplos de posibles acciones en este terreno.

 

3. Estrategias para el desarrollo de eventos urbanos más sostenibles

Los eventos urbanos van a seguir siendo un referente del consumo de cultura y ocio en las ciudades durante las próximas décadas. La impronta de la celebración de eventos sobre la sostenibilidad urbana será, por tanto, todavía más importante en el futuro. Esto implica, por un lado, gestionar la ciudad de forma que los eventos formen parte de una política urbana en la que el objetivo no sea tanto su mera celebración sino el aprovechamiento óptimo de estos actos para diseñar estrategias de desarrollo que beneficien el máximo número de actores sociales.

Los grandes temas de sostenibilidad asociados a los eventos urbanos tienen que ver con los aspectos ambientales. El incremento del número de eventos conlleva un aumento de la movilidad de personas que se desplazan hacia ellos y un incremento del consumo de recursos que acaban convertidos en residuos. Esto implica reflexionar acerca de cómo los eventos pueden mejorar su huella ecológica y disminuir su impacto sobre el calentamiento global del planeta. Las políticas de enverdecimiento de eventos serán, en consecuencia, uno de los grandes ejes de debate sobre la organización de eventos.

Desde el punto de vista social, el eje sobre el que se ha desarrollado esta ponencia, los problemas de sostenibilidad urbana no son menores. La gobernanza de los eventos, los aspectos éticos y la redistribución de los impactos y de los beneficios entre los miembros de la comunidad local son tres temas clave. A ellos destinamos las reflexiones finales.

Los aspectos de gobernanza tienen mucho que ver con la manera como se gestiona internamente el evento pero también con la relación que se establece entre las instituciones que participan en la organización del evento y con el marco político de la ciudad que lo sostiene. La transparencia en la gestión y, especialmente, el c ompromiso en dar a conocer públicamente los resultados e impactos del evento es un elemento clave para la sostenibilidad del mismo. La financiación de eventos con fondos públicos (habitualmente escasos) debería estar acorde al cumplimiento de los criterios y objetivos de sostenibilidad que la ciudad se marque en su política urbana y de eventos. Mantener eventos que no cumplan, o que queden muy por debajo de estos objetivos, impide ofrecer planteamientos de sostenibilidad y substituye recursos humanos y económicos que serían necesarios en otras facetas de la actividad urbana. Los gestores del evento también deben garantizar al máximo que se establecen las condiciones para la generación de capital social. La transparencia en la gestión, la confianza y la capacidad de generar relaciones en red externas e internas (sin caer estas en el ostracismo o la endogamia) son elementos clave para fomentar estrategias de formación de capital social que pueden capitalizarse no solamente en el desarrollo del propio evento, sino también como reserva de capital humano para otras iniciativas urbanas.

A nivel ético, los eventos deben ser capaces de fomentar aspectos que ofrezcan oportunidades para desarrollar acciones de sostenibilidad social y deberían de recogerse de forma explícita en la misión del evento. La dedicación a aspectos de solidaridad o identidad local, la inclusión en el programa de actividades paralelas, las ayudas sociales o la sensibilización sobre temas de interés general deberían formar parte, cada vez más, del programa de los eventos, incluso de aquellos cuyo formato y objetivos son más comerciales o están enfocados al mero consumo.

Finalmente, los eventos pueden organizarse, independientemente de su tamaño o volumen de negocio, teniendo en cuenta, parcial o totalmente, una aproximación comunitaria. La participación social de los residentes en el diseño y en la evaluación de los eventos, el planteamiento de objetivos de éxito no únicamente en términos de viabilidad financiera sino también a partir de los logros sociales conseguidos, el retorno de la inversión en términos sociales o el establecimiento de políticas e leverage dirigidas a los sectores más vulnerables de la ciudad o para activar políticas de regeneración urbana son estrategias que pueden mejorar la relación, siempre complicada, entre el evento y los residentes.

La gran variedad, orientaciones y misiones de los eventos celebrados en las ciudades no permiten ofrecer soluciones válidas para todos los casos y, para que tengan sentido, hay que definir estrategias de sostenibilidad ad hoc para cada uno de ellos. Como reflexión final hay que destacar que, bajo mi punto de vista, los aspectos de sostenibilidad social tienen tanta importancia como los económicos y ambientales no solo para el mantenimiento de una relación cordial entre los diferentes agentes implicados en la celebración de eventos, sino también para su propia supervivencia y éxito en el transcursos del tiempo. Estamos plenamente convencidos que las ciudades que consigan enfocar socialmente sus eventos serán lugares que partirán con ventaja para hacer de estas celebraciones una herramienta más al servicio de la mejora de la calidad de vida de sus habitantes.

Francesc González

Francesc González es Doctor en Geografía por la UAB y profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Es Director del Grado de Turismo y profesor del Master de Turismo, Sostenibilidad y Nuevas Tecnologías. Es investigador del grupo de investigación NOUTUR de la UOC. Sus líneas de investigación principales se centran en el campo del turismo de sol y playa, la relación entre la tecnología y el turismo, la sostenibilidad en turismo y los eventos. En el este ámbito ha publicado diferentes artículos sobre la relación entre la celebración de eventos culturales y el desarrollo local en destinos turísticos y los impactos sociales de los eventos. Ha publicado diferentes artículos sobre esta temática en revistas internacionales y el libro Ciudades efímeras. Transformando el turismo urbano a través de la producción de eventos.

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De la ciudad de eventos a la ciudad evento http://7festival.urbanbat.org/2019/02/14/de-la-ciudad-de-eventos-a-la-ciudad-evento/ Thu, 14 Feb 2019 12:53:38 +0000 http://7festival.urbanbat.org/?p=20170 De la ciudad de eventos a la ciudad evento La aceleración del tiempo y la globalización del espacio -la aldea itinerante-, resultado de la extensión del paradigma científico-tecnológico, ha generado la multiplicación y diversificación del fenómeno evento. ]]>

La aceleración del tiempo y la globalización del espacio -la aldea itinerante-, resultado de la extensión del paradigma científico-tecnológico a lo largo y ancho del planeta, ha generado la multiplicación y diversificación del fenómeno evento. Se trata de un punto de encuentro humano de naturaleza diversa, en torno a manifestaciones culturales -música, artes plásticas, artes escénicas, cine y audiovisuales, patrimonio, lengua y literatura, etc.-, deportivas -grandes eventos, campeonatos, manifestaciones populares, e-sports, etc.-, recreativas -ocio digital, hobbies, coleccionismo, etc.-, conmemorativas -hitos históricos, celebraciones colectivas, fiestas populares, etc.- o profesionales -ferias, congresos, foros, etc.-. Cuenta con volúmenes notables de asistentes y participantes, diversos en su composición -vecinos, visitantes y turistas- y en porcentaje variable.

A nuestro humilde entender, los eventos no son, en sí mismos, ni positivos ni negativos, lo son sus enfoques y, consecuentemente, los objetivos, valores, contenidos y procesos que incorporan. Por ello somos partidarios de analizarlos desde el papel que desempeñan en el desarrollo urbano sostenible -en sus dimensiones ecológica, económica, social y cultural-, así como desde el modelo de gobernanza que proponen.

Los eventos pueden ser analizados desde el punto de vista del desarrollo ecológico, en su grado de imbricación con el territorio, edificaciones, servicios urbanos, suministro de agua, energía, transporte, internet y redes inteligentes. Los eventos pueden presionar sobre los centros de la ciudad o desconcentrarse por las periferias. Pueden transformar positivamente el espacio público, acortando los años requeridos en espera para inversiones necesarias, o pueden provocar importantes alteraciones del espacio público cotidiano. Pueden dejar como herencia una mayor reserva de vivienda pública de potencial uso social o pueden provocar un encarecimiento de la vivienda en alquiler y propiedad. Pueden promover mejoras en los servicios urbanos –recogida, reciclaje y reutilización de residuos, iluminación viaria, jardinería, etc.- o provocar daños y deterioro de mobiliario y parques, con un aumento de residuos generados. Pueden incorporar medidas de racionalización de consumos de suelo, agua y energía, o podemos estar ante un incremento desmedido de los mismos. Pueden optimizar el transporte público, favoreciendo la movilidad y accesibilidad universal, o pueden generar una mayor congestión en el tráfico y desplazamientos con el consiguiente deterioro de la movilidad de los más vulnerables. Pueden ser oportunidad para avanzar en la implantación de redes inteligentes que favorezcan la conectividad universal o pueden causar un colapso informático en los servicios habituales.

Los eventos pueden ser observados desde el punto de vista del desarrollo económico, en su grado de identificación con la competitividad y productividad, el cooperativismo y las economías del bien común, la proyección internacional, la diplomacia o el magnetismo. Los eventos pueden diseñarse como un modelo de economía circular o pueden responder a un planteamiento instantáneo, con objetivos intensivos a corto. Pueden implicar a agentes económicos locales, PYMES que participen en la organización, apoyo y suministros, o pueden ser pistas de aterrizaje para empresas multinacionales especializadas en tránsito efímero por la ciudad. Pueden reforzar una imagen coherente de marca urbana vinculada a determinados valores éticos, asociados a los derechos humanos, o pueden proyectar internacionalmente la ciudad sin un mensaje claro. Pueden consolidar un magnetismo en el tiempo que posibilite la idea de ciudad evento o pueden hacer morir de éxito a la ciudad debido a una excesiva capacidad de atracción. Pueden ser una magnífica oportunidad para el desarrollo de la diplomacia económica local o pueden favorecer la implantación de empresas sin intención de permanencia, ni de garantizar condiciones dignas de empleo, ni modelos sostenibles de producción o prestación de servicios.

Los eventos pueden ser evaluados desde el punto de vista del desarrollo social, en su grado de identificación con la justicia social, igualdad, equidad, hospitalidad, bienestar, salud, calidad de vida, bienser o felicidad. Los eventos pueden o no ser factor para la generación de empleo estable, mediante la concatenación razonable de eventos, y de calidad, con una digna retribución. Pueden resultar un recurso pedagógico en favor de una cultura de la hospitalidad y la capacidad de acogida de visitantes o pueden convertirse experiencias negativas fermento de hostilidad y xenofobia. Pueden mejorar la calidad de vida de residentes por el enriquecimiento social de la vida cotidiana o convertirse en factor de afectación, crispación y tensión vecinal. Pueden incorporar formatos que favorezcan la desaceleración (slow event) y que generen espacios saludables, tanto por su diseño como por los usos que se proponen, o pueden incrementar la aceleración del pulso de la ciudad, favoreciendo los problemas de salud derivados de la contaminación acústica, afectaciones al sueño, estrés colectivo. Pueden consolidar la seguridad de la comunidad en su devenir cotidiano, o avanzar tan sólo en el blindaje de espacios efímeros para uso de turistas y visitantes, con un efecto llamada sobre la delincuencia en expresiones diversas.

Los eventos pueden ser considerados desde el punto de vista del desarrollo cultural, en su grado de identificación con la creatividad, talento, aprendizaje, diseño, innovación, identidad, patrimonio, autenticidad, diversidad, ocio, cultura, deporte o turismo. Los eventos pueden fomentar la creatividad, aprendizaje, diseño e innovación, o por el contrario, incrementar la dependencia de la creatividad y diseño ajeno. Pueden resultar una oportunidad al mestizaje creativo y de identidades, o manifestar una expresión de neocolonialismo. Pueden poner en valor la identidad y patrimonio local, provocar su puesta en cuestión o incluso un daño irreparable. Pueden conllevar un aumento de los recursos disponibles y la captación de nuevos públicos para la programación cultural, deportiva y recreativa de carácter local, o quedar reducido a un hito anecdótico en un desierto de financiación y de audiencias. Pueden ayudar a descentralizar y desconcentrar la oferta de ocio existente o provocar una mayor recentralización de la misma. Pueden poner espacios de creación periféricos en el mapa de la ciudad o saturar los limitados espacios de creación y difusión.

Por lo tanto, la clave está en el enfoque dado al evento, los objetivos, valores y contenidos del mismo, y el modo en que se fija su gobernanza en aras de alcanzar los objetivos prefijados, los procesos que se ponen en marcha. Pueden posibilitar una fecunda colaboración público-privada o reducirse a una privatización mercantil del evento y ninguneo de los criterios institucionales públicos. Pueden incorporar al tejido asociativo al proceso de diseño, desarrollo y evaluación, o asumir la ausencia de cualquier tipo de vinculación con el tejido asociativo. Pueden contar con la presencia de las y los ciudadanos en el diseño, desarrollo, participación y evaluación del evento, o reducir su contribución a un papel de meros espectadores y consumidores.

Por ello, proponemos una perspectiva distinta del diálogo entre ciudades y eventos: la ciudad evento. Un modelo de ciudad que busca el factor diferencial en sí misma, hasta el punto de convertir su singularidad en su mayor atractivo. Su marca no se fundamenta en la transmisión de un valor añadido ocasional y puntual vinculado a un evento, sino en la proyección en el tiempo de su propia idiosincrasia. Al igual que sus plazas y calles, los eventos rezuman autenticidad. Gestionados y dinamizados colaborativamente se convierten en el mayor de sus activos de la ciudad en la aldea global itinerante.

Las políticas de una ciudad pueden perder el pulso de un mundo globalizado y acelerado por su incapacidad para hacer frente a la eventualización de la vida cotidiana. Pero, pueden consumir todas sus energías en mantenerse en la cresta de la ola de los eventos, quebrando su desarrollo urbano sostenible -compacidad territorial, coopetitividad económica, cohesión social y creatividad cultural-. Por ello, tal vez sea mejor apostar por ciudades que se interpreten singulares y auténticas, frente a aquellas que han quedado aisladas y aquellas otras que corren desaforadas tras los eventos. Se trata de generar un relato de ciudad, que integre la celebración de eventos alineados con la experiencia de ciudad deseada. El objetivo es la conversión de la propia ciudad, sin aditivos ni colorantes, en un evento de interés permanente. No es necesario buscar, sin resuello, la organización de unos juegos olímpicos, una exposición universal, un campeonato del mundo o una capitalidad de naturaleza diversa. Es más bien cuestión de releer la memoria y presente de la propia ciudad desde el interés y atractivo que puede suscitar en el resto de los ciudadanos del planeta. Y parte de ese relato convertirlo en evento, en ciudad evento.

Las fiestas y semanas grandes, los festivales estivales e invernales, los eventos alineados con las ideas tractoras, los equipamientos estrella, los espacios de toda la vida y el devenir cotidiano de la gente deben generar, de modo integrado, una experiencia auténtica de ciudad. La ciudad evento debe contemplar una propuesta atractiva y de calidad, teniendo en cuenta las motivaciones, emociones y valores de quiénes son vecinos y a quiénes pretende seducir.

La ciudad evento puede llegar a ser un factor clave en la convicción de que otra ciudad es posible: compacta, cohesionada, coopetitiva, creativa,… sostenible. En parte, dependerá del papel que los eventos adquieran en la interpretación de su realidad, en la experiencia de ciudad que transmitan y en la idea de persona subyacente. De lo contrario, la ciudad de los eventos será mera administradora de los flujos de individuos, productos y servicios en la aldea itinerante, que serán fuente de una intensa actividad económica, pero también provocarán una ilimitada mercantilización de la experiencia humana, de las ciudades y de los seres humanos que las habitan.

Roberto San Salvador del Valle

Director de Deusto Cities Lab Katedra desde 2016. Una cátedra universitaria transdisciplinar que desarrolla proyectos de aprendizaje-investigación-acción, centrados en el presente y futuro de las ciudades, contempladas como un ecosistema urbano de innovación transformadora, generado a partir de un modelo de gobernanza transversal y transectorial.

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