Cultura y espectáculo

Cuando surge la pregunta sobre el impacto que producen los grandes eventos culturales en la ciudadanía de Bilbao se hace necesaria una reflexión previa sobre de qué cultura estamos hablando.

Porque si se trata de difundir la cultura universal, la que no tiene fronteras ni fecha de caducidad, la que, con el tiempo, ha ido agrupando las principales artes como la música, las artes escénicas, el cine y la literatura, no puede haber ninguna duda de que merece un fuerte respaldo y más fuerte aún sin son las instituciones públicas las que toman la iniciativa.

También la cultura popular de nuestro pueblo, del país donde vivimos, la que se expresa a través de las tradiciones y refleja sentimientos, historias, lenguajes y costumbres convertidas en narraciones orales, en música, danza y poesía, merece un impulso permanente más allá de los escenarios locales y los aniversarios patronales.

La CULTURA con mayúsculas, engrandece cualquier ciudad y hace mejores a sus gentes. Esta cultura no siempre se desarrolla en los espacios públicos de nuestra ciudad y, sin embargo, son los lugares que han formado parte de su historia reciente

Los problemas surgen cuando lo que se ofrece en la ciudad son eventos masificados con una dosis desproporcionada de mercantilismo y superficialidad. Son eventos de una supuesta “nueva cultura” financiados con capital público que esconden ofertas de ocio cuyo objetivo principal es atraer un turismo de consumo barato y rápido con recaudaciones económicas para sectores privados muy limitados.

Debemos dejar claro que este tipo de turismo no debe marcar el futuro de nuestra ciudad porque sus gentes apenas salen ganando, pero si soportan las consecuencias negativas de la masificación. No podemos convertir nuestra ciudad en una sala de sesión continua de espectáculos. La cultura masificada no debe dominar las ciudades.

Lo que debiera hacerse es extender actividades verdaderamente culturales por el conjunto de los barrios que integran nuestra ciudad y no sólo en el Bilbao escaparate. Favorecer el desarrollo de actividades culturales en todos los barrios de Bilbao significa acercar la cultura universal –la música, las artes escénicas, la literatura- y la cultura popular -el folklore, las canciones y poesías locales- a la ciudadanía incorporando procedimientos de participación.

Los responsables institucionales de turismo tienen que invertir en crear espacio público, no en marketing. La promoción turística está creando una versión barata de la ciudad, es decir, un lugar para consumir y para hacer fotos sin importar que la gente se vaya después a otro sitio. Los espacios públicos en cada barrio donde volcar las actividades culturales deben ser acogedores, sociables y seguros. Deben permitir el contacto intergeneracional y la diversidad cultural como clave del desarrollo conjunto de los barrios. Se debe garantizar que las calles, plazas y espacios públicos de Bilbao fomenten el encuentro, la convivencia y el ocio festivo y cultural respetuoso con su entorno residencial o artístico. Debe impedirse que estos espacios se con- viertan en la práctica, de forma abusiva y permanente, en terrazas o calles de juerga y en la extensión festiva que degradan los barrios y se burlan del derecho prioritario de los residentes a la inviolabilidad de sus viviendas.

Esos ingredientes están desde hace tiempo sobre la mesa de las instituciones en forma de propuestas tanto de gestores de actividades culturales (*) como desde las Asociaciones y colectivos sociales más representativos. Es perfectamente compatible una programación gestionada desde las instituciones públicas y los agentes antes citados, conociendo cuáles son las demandas de la ciudadanía y qué respuestas darían a un programa continuado de actos.

Un espacio cultural público debe ser considerado un punto de encuentro ciudadano en el que los vecinos y vecinas participan, bien desarrollando sus propios proyectos, bien exponiendo sus intereses, apetencias y necesidades y compartiendo su colaboración con los responsables institucionales.

El elemento fundamental sería garantizar la participación en la preparación de los actos culturales, de los agentes sociales y culturales mas representativos, previamente a la realización de los eventos.

Francisco Javier Muñoz.

Nací en Bilbao hace 75 años. A partir de los catorce años compartí los estudios con el trabajo como aprendiz en una central lechera que había en el barrio y, más tarde, en los Laboratorios de Olabeaga, también cerca de Basurto. Algunos años más tarde entré en la empresa EDESA. Fue en el trabajo donde conocí a mis primeros compañeros de fatigas y con ellos aprendí a luchar por la libertad y los derechos laborales que la dictadura franquista secuestró. Conseguimos las libertades sindicales y, gracias a ellas, el comienzo de un periodo intenso e inolvidable del que conservo el orgullo y el recuerdo de haber contribuido como tantos otros, desde 1977 hasta bien entrados los ochenta, a levantar desde sus cimientos el Sindicato de CCOO como Secretario de Organización en Bizkaia y más tarde, en el País Vasco. En 2007, junto a compañeras y compañeros de otros colectivos de diferentes barrios, recuperamos la Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbao, de la que sigo formando parte y presidí hasta 2018.

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